Dieta y dolor

    ALIMENTOS ANTIINFLAMATORIOS

    975 964 Laura Isabel Arranz

    ¿Qué son los alimentos antiinflamatorios?

    Alimentos antiinflamatorios se refiere a aquéllos que tienen capacidad de aportar sustancias o nutrientes que son imprescindibles para que nuestro cuerpo pueda combatir los procesos oxidativos e inflamatorios, ya sea directamente o ayudando al organismo a fabricar sustancias antiinflamatorias. Como adelanto diré que estos alimentos son siempre alimentos vegetales.

    Pero, ¿por qué nuestro cuerpo necesita que en la alimentación haya antiinflamatorios?

    Nuestro organismo está constantemente en equilibrio entre reacciones inflamatorias y antiinflamatorias, así como procesos oxidativos con antioxidantes y esto pasa por que sencillamente forma parte del funcionamiento básico de nuestra maquinaria. Nuestras células generan energía en unos pequeños motores que se llaman mitocondrias y, como pasaría en el coche, al llevar a cabo los procesos de combustión de la “gasolina” (hidratos de carbono y grasas) se producen residuos oxidados tóxicos que se deben eliminar con sustancias antioxidantes. De lo contrario, si se acumulan residuos oxidados se estropean las células y el organismo detecta un daño celular o del tejido y pone en marcha un proceso inflamatorio para poder eliminar lo dañado y regenerarlo con células sanas y después pone en marcha un proceso antiinflamatorio para que todo vuelva a la normalidad. Nuestro cuerpo está constantemente sumergido en procesos de desgaste y regeneración y eso implica procesos oxidativos y de inflamación que, normalmente se resuelven sin problema gracias a todas las sustancias antioxidantes y antiinflamatorias que podemos generar y a otras que deben llegar de la alimentación pues no las podemos fabricar.

    Hasta ahí lo normal. Pero, ¿Qué pasa cuando tenemos una enfermedad crónica?, ¿Qué pasa cuando tenemos dolor crónico? En estas situaciones esos procesos dañinos oxidativos e inflamatorios se acentúan y no llegan a ser compensados con lo que se genera una situación crónica en la que empeoramos síntomas y salud. Por eso, si estamos sanos pero más aún si tenemos alguna patología, debemos procurar que al cuerpo no le falta de nada nutricionalmente para compensar esos procesos oxidativos e inflamatorios. Hablaremos de inflamación y antiinflamatorios de forma genérica, aunque detrás siempre está también la oxidación y los antioxidantes.

    Entonces, ¿por qué son tan importantes los alimentos antiinflamatorios? Lo primero es por que de forma natural es lo que el cuerpo necesita que día tras día le aportemos con lo más sencillo que es precisamente con lo que comemos. Hay nutrientes y sustancias antiinflamatorias que solo pueden venir de los alimentos, no los podemos fabricar en nuestro cuerpo o si los fabrica es solo en pequeñísimas cantidades. Y de nada sirve “hincharse” a tomar fármacos antiinflamatorios si no hemos revisado nuestra alimentación. Si al organismo le faltan esos nutrientes antioxidantes y antiinflamatorios no podrá defenderse de esos procesos que están empeorando una enfermedad y sus síntomas, no podrá generar suficientes sustancias antiinflamatorias y entonces sucede que problemas que deberían resolverse pronto no lo hacen (por ejemplo, sin ir más lejos, una cicatriz de una intervención quirúrgica que le cuesta curar y cicatrizar, un dolor que no cesa cuando parece que ya debería hacerlo pues la causa que lo originó ya se está resolviendo o ya se ha resuelto, etc). Y con esto no podemos decir que los alimentos vayan a aportar la solución completa a nuestros problemas de salud, pero sí la solución en un porcentaje importantísimo, más del que nos imaginamos.

    ¿Cuáles son los nutrientes y otras sustancias con propiedades antiinflamatorias?

    Podemos clasificarlos en dos grupos:

    Antioxidantes: una buena aportación de vitamina C, vitamina A y betacarotenos, vitamina E, selenio, zinc, manganeso, polifenoles, etc, ayudará a que podamos contrarrestar los procesos oxidativos que generan o empeoran los procesos inflamatorios. Estos componentes los vamos a encontrar casi en exclusiva en los alimentos de origen vegetal. Cuanto más colorido, más antioxidantes, cuanto más variado comamos en cuanto a tipos de vegetales, más abanico de antioxidantes estaremos tomando.

    Antiinflamatorios: en este caso hablamos principalmente de un nutrientes, las grasas del tipo omega-3, contenidas en el pescado azul (contiene omega-3 de cadena larga como el EPA y el DHA que son los más potentes antiinflamatorios nutricionales) y en las nueces, semillas y otros frutos secos (que aportan ácido alfa-linolénico, precursor de los omega-3 de cadena larga y menos potentes). También hay otros antiinflamatorios en la alimentación como el oleocantal del aceite de oliva o el ácido salicílico de algunas hierbas aromáticas y especias como el orégano, el laurel o la nuez moscada.

    Así, estos dos tipos de nutrientes o sustancias son clave para modular las respuestas inflamatorias del organismo.

    Lista de alimentos antiinflamatorios que no pueden faltar en nuestra alimentación:

    • Pescado azul: el que más potencial antiinflamatorio tiene ya que es rico en grasa omega-3 de gran potencia antiinflamatoria
    • Nueces (y otros frutos secos): ricas también en omega-3 aunque de menor potencia que el pescado azul
    • Semillas de sésamo, chía y lino: ricas en omega-3 igual que las nueces
    • Verduras: todas aportan antioxidantes importantísimos y especialmente algunas como el kale, el brócoli, la remolacha, el tomate, los brotes como la rúcula o los canónigos, etc.
    • Frutas: todas pues también tienen antioxidantes pero especialmente la granada, el aguacate, la naranja, las uvas, las fresas y los frutos del bosque (arándanos, frambuesas, moras)
    • Aceite de oliva virgen extra (AOVE): tiene en su composición potentes antioxidantes como la vitamina E, el hidroxitirosol, muchos polifenoles y sustancias antiinflamatorias como el oleocantal
    • Cereales integrales: aportan sobre todo polifenoles y minerales entre otras virtudes nutricionales y siempre deben sustituir a los cereales refinados, aunque deben tomarse en cantidades moderadas pues nuestras vidas son muy poco activas físicamente (los cereales son una fuente de hidratos de carbono complejos que aportan mucha energía que si no se utiliza se almacenará en forma de grasa y eso no nos interesa si tenemos un peso normal o exceso)
    • Legumbres: tienen un buen contenido en polifenoles, minerales y con fibras de gran potencial prebiótico, en pequeñas raciones varias veces a la semana también nos ayudan
    • Yogur: aporta efecto antiinflamatorio indirecto gracias a sus fermentos vivos que cuidan nuestra microbiota, eso también contribuye a una buena regulación de los procesos inflamatorios

    ¿Con qué frecuencia deberíamos incluirlos en nuestra dieta?

    Siempre.

    A diario frutas y verduras (mínimo 5 al día), yogur, AOVE, nueces (y otros frutos secos como las almendras o los pistachos) y semillas
    Semanalmente 3 o 4 raciones de unos 150-200g de legumbres cocidas y 2 o 3 raciones de pescado azul sobre todo de pequeño tamaño para que no tengan demasiada acumulación de metales pesados (sardinas, boquerones, arenque, trucha, salmón, caballa…)

    Es de vital importancia aprovechar este potencial antiinflamatorio que nos brinda la alimentación. Lo que comemos importa y mucho 🙂

    Dra. Laura Isabel Arranz

    Alimentos antiinflamatorios y su presencia en la dieta

    ENDOMETRIOSIS Y ALIMENTACIÓN: DIETAS MILAGRO NO, DIETA ANTIINFLAMATORIA SÍ

    1024 576 Laura Isabel Arranz

    En los últimos meses me ha llegado muchísima información y también muchas preguntas sobre la dieta ideal a seguir en mujeres con endometriosis. Lo que he leído sobre ello muchas veces no tiene sentido o no tiene coherencia o lo que es peor, es engañoso e incluso a veces falso. Y las preguntas son muy lícitas y justificadas por que con todo lo que se dice sobre alimentos y dietas con supuestos efectos que muchas veces van más allá de la realidad, es como para tener dudas. Pero como me gusta mucho más APORTAR que CRITICAR, esta situación me ha impulsado a volver a escribir sobre el tema, aunque esta vez intentaré ampliar e ir a cuestiones prácticas. Para hacerlo fácil voy a estructurarlo en preguntas y respuestas, evitando en lo posible demasiados tecnicismos científicos, pues eso no ayuda y no hace falta alardear de lo que uno sabe, aunque sin que ello signifique que detrás de lo que os explico hay EVIDENCIA CIENTÍFICA.

    ¿Hay una “dieta para la endometriosis”?

    Sí, por supuesto, hay unas RECOMENDACIONES MUY IMPORTANTES PARA LA ENDOMETRIOSIS y eso hace que podamos hablar de una dieta o una pauta alimenticia ideal para la endometriosis. Eso no significa que sea ningún milagro ni que algunas de las recomendaciones sean buenas también para otras patologías. La dieta para la endometriosis es una pauta alimenticia antiinflamatoria, con algunas recomendaciones específicas para esta patología y siempre con una buena dosis de individualización. Cualquier dieta debe estar adaptada a cada persona y elaborada por un Dietista-Nutricionista (para eso estamos 😉).

    ¿Por qué es importante la dieta en la endometriosis?

    Explicándolo muy sencillo, en la endometriosis se produce crecimiento de tejido endometrial fuera de su lugar que produce dolor e inflamación pues ese tejido se oxida y se convierte en un foco inflamatorio que puede extenderse. Como esta respuesta intenté responderla en otro post, os dejo el link https://www.dietalogica.com/endometriosis-la-dieta-tambien-importa/

    ¿Existe la dieta antiinflamatoria?

    Sí, la DIETA ANTIINFLAMATORIA es un modelo que se ha desarrollado en base a todo el conocimiento que tenemos sobre cómo ciertos componentes de la alimentación (nutrientes y otras sustancias) pueden modular el dolor crónico, la inflamación y el estrés oxidativo. Por tanto, NO ES UNA DIETA MILAGRO ni una invención de nadie. Es un tema totalmente consolidado con evidencia científica, aunque todavía hay estudios en marcha y otros que vendrán pues se está evaluando el potencial de la dieta antiinflamatoria en otras patologías como la fibromialgia, el colon irritable o la artritis reumatoide. En cualquier caso, es un modelo que conviene adaptar a cada persona pues dependiendo de sus características de salud habrá que valorar qué alimentos de cada grupo y qué raciones aproximadas son las más adecuadas. En la imagen podéis ver los aspectos clave de esta dieta en forma de pirámide de alimentación (fuente: Onelife –https://onelife.es/-)

    Alimentos antiinflamatorios y su presencia en la dieta

    ¿Qué es el estrés oxidativo?

    El otro día en twitter @LauraIArranz comentaba sobre la importancia de este proceso en la endometriosis. De hecho, el estrés oxidativo es algo que se produce de forma habitual en nuestro organismo cada día, desde el momento en que nacemos. Nuestras células funcionan con oxígeno, en sus procesos se producen desechos oxidados y el organismo tiene cómo contrarrestarlos mediante los antioxidantes que nos llegan de la dieta y otros que se generan internamente. En muchas enfermedades crónicas, incluida la endometriosis, el estrés oxidativo es un proceso que tiene especial importancia pues al estar incrementado produce más inflamación crónica y esto a su vez produce más estrés oxidativo. Este proceso es especialmente importante en la ENDOMETRIOSIS y también, por ejemplo, en las enfermedades cardiovasculares, pues los tejidos oxidados tienden con mucha facilidad a adherirse entre ellos o con otros tejidos y sustancias llegando a provocar nódulos y adherencias en la endometriosis y, por ejemplo, trombos y placas de ateroma en el aparato cardiovascular. Podéis imaginar el estrés oxidativo en un tejido como el óxido de un metal, el material se altera y se vuelve más vulnerable y se estropea.

    ¿Cómo combatirlo con la dieta?

    Nuestra dieta debe aportar gran cantidad de antioxidantes para poder contrarrestar este estrés oxidativo y estos componentes que nos van a ayudar se encuentran en cantidades significativas EXCLUSIVAMENTE EN LOS ALIMENTOS VEGETALES. Las frutas, las verduras, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y las semillas son IMPRESCINDIBLES en la dieta para tener un buen aporte de ANTIOXIDANTES. Las plantas tienen esas sustancias para protegerse de la luz solar y del oxígeno, de manera que cada una desarrolla una batería de antioxidantes que hacen de barrera de protección. Esas sustancias son responsables también del COLOR de los alimentos, naranja, verde, rojo, violeta, etc. Por eso es muy importante tomar alimentos vegetales de todos los colores.

    Y, ¿sabes cuál es la ventaja de consumir vegetales de todos los colores?

    La ventaja añadida es que, además de muchos antioxidantes, estaremos tomando muchos micronutrientes como VITAMINAS (sobre todo A, C, E, todas ellas antioxidantes también, K y algo de vitaminas B) y MINERALES (magnesio, potasio, cobre, zinc, selenio, etc) y también ¡FIBRA! Las vitaminas y los minerales los necesitamos para cientos de funciones fisiológicas que tiene que llevar a cabo nuestro organismo cada día y la fibra la aprovecha, en parte, nuestra microbiota intestinal, favoreciendo así una mejor salud a este nivel y en general. Este es otro tema interesantísimo, el papel de la gran cantidad de bacterias y levaduras que viven en nuestro intestino es IMPRESCINDIBLE PARA NUESTRA SALUD y ya hay algún estudio que está indagando sobre el rol beneficioso de la microbiota en la endometriosis. Los microorganismos que viven con nosotros se nutren principalmente de algunos tipos de fibra y también necesitan los antioxidantes. No olvidemos también que una “flora intestinal” saludable nos protege también de infecciones habituales en la mujer como por ejemplo la candidiasis.

    Entonces, ¿qué alimentos conviene consumir?

    Las personas con endometriosis y también las que sufren otras patologías e incluso las personas sanas, deberían consumir una dieta de estilo Mediterráneo poniendo especial atención en la inclusión y predominio de ALIMENTOS FRESCOS RICOS EN ANTIOXIDANTES Y ANTIINFLAMATORIOS. Estos componentes de los alimentos ayudan a que el organismo tenga los sustratos necesarios para generar las sustancias antiinflamatorias e incluso algunos las aportan directamente. Una dieta que los aporta de forma abundante favorece la salud en todos los sentidos y mejora la evolución de las enfermedades crónicas, entre ellas la endometriosis. Los antioxidantes ya hemos visto que son los ALIMENTOS VEGETALES DE TODOS LOS GRUPOS Y COLORES y los antiinflamatorios son principalmente:

    • las NUECES, el resto de FRUTOS SECOS y las SEMILLAS (sésamo, chía, cáñamo, etc) por su contenido en ácido alfa-linolénico (un tipo de grasa omega-3)
    • el PESCADO AZUL (rico en omega-3 de cadena larga como el ácido docosahexaenoico y eicosapentaenoico -DHA y EPA- que tienen un potencial antiinflamatorio mucho más elevado que las fuentes vegetales de omega-3
    • el ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA (tiene una sustancia antiinflamatoria que se llama oleocantol y además muchos antioxidantes).

    ¡Importante! Las PIPAS DE GIRASOL NO TIENEN POTENCIAL ANTIINFLAMATORIO pues son más ricas en grasas omega-6 que en omega-3.

    Y, ¿qué debemos evitar?

    Debemos evitar todos aquellos alimentos que favorecen la generación de sustancias inflamatorias en el organismo y que favorecen la ganancia de grasa corporal, pues cuanta más grasa acumulemos en el cuerpo, más potencial inflamatorio tendremos (es como un fuego, cuanta más leña, más arderá). Además, cuanto más tejido graso tengamos acumulado, especialmente en la zona del abdomen, más producción de estrógenos, por tanto, peor evolución de la endometriosis, en cualquier caso. Mantener los NIVELES DE GRASA CORPORAL en valores adecuados es IMPRESCINDIBLE. Según los valores de referencia, las mujeres deberíamos estar dentro el rango de 22-27% d grasa corporal, en función de nuestra edad. Otra forma sencilla de ver cuando tenemos un exceso importante de grasa abdominal es ver si nuestra cintura mide más de la mitad de nuestra altura (solo necesitas una cinta métrica para saberlo). Por tanto, debemos evitar ALIMENTOS PROCESADOS pues suelen tener más densidad de calorías y menos nutrientes que los alimentos frescos, CARNES ROJAS, EMBUTIDOS, DERIVADOS CÁRNICOS, BOLLERÍA, DULCES y otros alimentos ricos en grasas saturadas, grasas trans y/o azúcares. El ALCOHOL tampoco nos conviene mucho pues son calorías vacías (no aporta nutrientes).

    ¿Es bueno consumir soja y alimentos derivados de la soja?

    En este sentido, en la actualidad, la RECOMENDACIÓN MÁS PRUDENTE ES QUE SE EVITEN PUES LA EVIDENCIA CIENTÍFICA NO ES SÓLIDA. La soja es muy rica en isoflavonas que son un tipo de sustancias con estructura molecular similar a los estrógenos (por eso se llaman fitoestrógenos) que pueden tener cierta actividad en el organismo, por eso se habían utilizado como terapia compensatoria de la deficiencia de estrógenos en la menopausia. Lo que sí está claro es que NO CONVIENE TOMAR SUPLEMENTOS DE ISOFLAVONAS DE SOJA, pero en cuanto a la soja y sus derivados como alimentos existe controversia. Lo que está claro es que si consumimos soja habitualmente estaremos tomando un nivel mucho mayor de fitoestrógenos. También los tomamos inconscientemente en algunos productos animales pues los piensos que se utilizan para su alimentación suelen estar hechos a base de soja. Y también existe la teoría lógica de que es un alimento “nuevo” en Occidente y que nuestro organismo puede no estar adaptado a ese nivel elevado de fitoestrógenos de la soja versus a otros alimentos que sí son comunes en nuestra dieta desde hace tiempo como las legumbres y algunas verduras. Además, hay estudios que relacionan el consumo de fitoestrógenos con una disminución de la fertilidad, aunque en este aspecto también hay controversia. Por tanto, con una dieta de estilo Mediterráneo con predominio de los alimentos vegetales, ya tenemos cierto aporte de isoflavonas y otras sustancias de una forma, seguramente más equilibrada para nosotros que consumiendo habitualmente soja y derivados. Además, A NIVEL NUTRICIONAL LA SOJA NO NOS APORTA NADA QUE NO APORTEN OTROS ALIMENTOS. Son más interesantes otras legumbres, los frutos secos o algunas semillas, cosa aplicable también a las bebidas vegetales. Las MEJORES BEBIDAS VEGETALES NUTRICIONALMENTE SON LA DE AVENA, AVELLANAS Y ALMENDRAS SIEMPRE SIN AZÚCARES AÑADIDOS.

    ¿Debo evitar tóxicos en la alimentación?

    Por sentido común cuanto más los evitemos mejor, pero en la medida que podamos. Algunos trucos son: comiendo alimentos frescos y de temporada, evitando el pescado azul de gran tamaño como el emperador o el atún, escogiendo mejor las conservas en cristal que en lata, evitando los productos envasados en plástico (aunque los materiales usados en alimentación son evidentemente aptos para ello y, en teoría, no dejan residuos en los alimentos), lavando muy bien las frutas y las verduras para comerlas crudas, pelando bien las patatas (por la solanina) y las zanahorias (por los nitratos), etc. Este tema es controvertido también y conviene poner mucho sentido común y buena información, por eso os recomiendo este artículo https://www.bioecoactual.com/2019/12/16/quimica-en-los-alimentos/

    ¿El gluten es inflamatorio para la endometriosis?

    No, el gluten solo es inflamatorio para las personas con celiaquía o sensibilidad al gluten no celíaca, por tanto, retirar el gluten de la dieta solo aportará un beneficio en esos casos. En este tipo de INTOLERANCIA, así como en otras, es básico un BUEN DIAGNÓSTICO para después aplicar el adecuado tratamiento dietético. NO SE DEBEN ELIMINAR GRUPOS DE ALIMENTOS SIN CONSULTAR AL MÉDICO Y/O AL DIETISTA-NUTRICIONISTA.

    ¿Más dudas?

    Me encantará saber vuestras inquietudes para poder escribir en más detalle sobre aspectos y dudas que os pueda interesar aclarar. Enviadme vuestras consultas por email a laura@dietalogica.com o por intagram @lauragananutricion

     

    Algunas referencias:

    1. Rondanelli M, et al. Food pyramid for subjects with chronic pain: foods and dietary constituents as anti-inflammatory and antioxidant agents. Nutr Res Rev. 2018 Jun;31(1):131-151. doi: 10.1017/S0954422417000270. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29679994
    2. Ricker MA et al. Anti-Inflammatory Diet in Clinical Practice: A Review. Nutr Clin Pract. 2017 Jun;32(3):318-325. doi: 10.1177/0884533617700353. Epub 2017 Mar 28. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28350517
    3. Maleki SJ et al. Anti-inflammatory effects of flavonoids. Food Chem. 2019 Nov 30;299:125124. doi: 10.1016/j.foodchem.2019.125124. Epub 2019 Jul 3. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31288163
    4. Şanlier N et al. Health benefits of fermented foods. Crit Rev Food Sci Nutr. 2019;59(3):506-527. doi: 10.1080/10408398.2017.1383355. Epub 2017 Oct 20. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28945458
    5. Pabich M, et al. Biological Effect of Soy Isoflavones in the Prevention of Civilization Diseases. 2019 Jul 20;11(7). pii: E1660. doi: 10.3390/nu11071660. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31330799
    6. Jargin SV, et al. Soy and phytoestrogens: possible side effects. Ger Med Sci. 2014 Dec 15;12:Doc18. doi: 10.3205/000203. eCollection 2014. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25587246
    7. Gaskins AJ et al. Diet and fertility: a review. Am J Obstet Gynecol. 2018 Apr;218(4):379-389. doi: 10.1016/j.ajog.2017.08.010. Epub 2017 Aug 24. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28844822
    8. Cooper AR, et al. To eat soy or to not eat soy: the ongoing look at phytoestrogens and fertility. Fertil Steril. 2019 Nov;112(5):825-826. doi: 10.1016/j.fertnstert.2019.07.016. Epub 2019 Oct 1. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31585666

     

    TRASTORNOS GASTROINTESTINALES, ¿CÓMO SABER LO QUE ESTÁ PASANDO Y CÓMO RESOLVERLOS?

    150 150 Laura Isabel Arranz

    Este último año en la consulta ha sido muy intenso y revelador pues han sido muchos los casos de personas con diferentes patologías como fibromialgia, endometriosis, dolor pélvico crónico, neuralgias, etc, que han referido trastornos gastrointestinales como uno de sus síntomas principales. Incluso en una buena parte de los casos, ese ha sido su motivo de consulta. Esto me sugiere dos cosas, una que estos problemas están aumentando, y otra que los pacientes son más proactivos en buscar soluciones. De hecho, estamos ante algo que merece toda nuestra atención pues ya hace un tiempo que los estudios y la evidencia científica nos aporta datos sobre la alta prevalencia de estos trastornos gastrointestinales y su tendencia al alza, y también sobre su relación, no casual, con patologías reumáticas y otras que cursan con dolor crónico. ¿Qué es lo que está pasando en la base del dolor crónico, la obesidad, el exceso de grasa visceral y los trastornos gastrointestinales? Hay un factor clave que es la inflamación sistémica crónica (aumento leve-moderado y sostenido de citoquinas inflamatorias y de estrés oxidativo). De esto ya os he hablado en alguna ocasión y hoy quiero ir a cuestiones más prácticas.

    Situación de muchas personas con trastornos gastrointestinales

    Además de tener datos y entender por qué pasan las cosas, necesitamos ayudar a las personas que están sufriendo esos problemas gastrointestinales sin saber bien cómo manejarlos e, incluso en muchos casos, sin tener un diagnóstico claro. Los profesionales de la salud implicados debemos ir de la mano del paciente, escuchar mucho y muy atentamente lo que le está pasando, desde cuándo, cómo empeora y cómo mejora e ir trazando el camino para un buen diagnóstico y un correcto tratamiento dietético. Y llegados a este punto me gustaría destacar una primera idea básica de la que siempre se debería partir:

    • Cuando un paciente llega a la consulta con trastornos gastrointestinales, NO se debe pautar ninguna DIETA DE ELIMINACIÓN (de gluten, lactosa, fructosa, sorbitol, etc) sin tener un buen diagnóstico o una sospecha muy muy clara de que uno de esos elementos puede ser el problema. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que podemos estar implementando un tratamiento dietético equivocado, complejo, pues eliminar estos elementos de la dieta no es fácil, sin necesidad y atribuyendo el beneficio a esa eliminación cuando el beneficio puede venir también por la mejora global de la dieta.

    Así, en el inicio de un abordaje nutricional de una persona con trastornos gastrointestinales sin un diagnóstico claro, es necesario pautar una dieta en la que se garantice todo su potencial en contenido de nutrientes, capacidad antioxidante y antiinflamatoria, eliminando además los alimentos proinflamatorios (exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas y trans de productos procesados, carnes rojas, derivados cárnicos, algunos lácteos, etc). Con una primera fase mejorando la dieta del paciente normalmente hay una mejoría considerable, con lo que es más fácil “leer” adecuadamente los síntomas que sí permanecen y seguir con un protocolo coherente con las pruebas diagnósticas que se consideren oportunas. Son muchos los problemas diferentes que pueden estar presentes en una persona con trastornos gastrointestinales y, además, para complicar más el asunto, muchos de ellos pueden ser secundarios, es decir, son un problema que se deriva de otra situación anómala de base, con lo que solucionando la raíz del problema, el trastorno desaparecerá. Esto pasa con muchos casos de intolerancias a lactosa, sorbitol, fructosa, etc, incluso en algunos con sensibilidad al gluten no celíaca, que en un porcentaje importante son consecuencia de todo el estado inflamatorio, de la alteración de la funcionalidad gastrointestinal y/o de la microbiota (alteración en la composición y/o cantidad de las bacterias intestinales). Por eso, es necesaria una valoración nutricional durante un tiempo para poder planificar después una pauta dietética de eliminación, si hace falta, y posteriormente valorar la reintroducción de los alimentos eliminados para ver si se vuelven a tolerar y en qué cantidad se podrían volver a tomar.

    Las alteraciones gastrointestinales pueden ser debidas a causas diversas

    Posibles causas de trastornos gastrointestinales

    Y antes de seguir me gustaría destacar una segunda idea importante en todo este asunto:

    • En prácticamente todos los casos en los que se prescriben dietas de eliminación, por ejemplo, dieta sin gluten, dieta baja en azúcares y polioles fermentables o dieta FODMAPs (de las siglas en inglés de fermentable oligo-, di-, monosacharides and polyols), etc, es necesario hacer una REINTRODUCCIÓN de alimentos una vez han mejorado los síntomas para valorar en qué cantidad se pueden llegar a tolerar. ¿Por qué? Simplemente para no eliminar definitivamente algún alimento que en realidad sí podría tomarse. En nutrición, cuanto más variada sea nuestra alimentación mejor vamos a garantizar una correcta ingesta de todos los nutrientes que necesitamos. Y también, por qué no, por una cuestión de facilitar al paciente su planificación de menús ampliando las opciones de alimentos y recetas.

    El proceso de diagnóstico y el tratamiento dietético

    Normalmente los médicos digestivos hacen unas primeras pruebas para descartar problemas como infección por Helicobacter pylori o enfermedades inflamatorias como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn e incluso se suele hacer el screening de enfermedad celíaca. Si todo esto está descartado, es importante que la persona haga una dieta adecuada, potenciando antiinflamatorios y antioxidantes y evitando proinflamatorios, y empezar a descartar intolerancias a la lactosa, fructosa y sorbitol. Estas pruebas son sencillas y no invasivas, se realizan midiendo el hidrógeno espirado después de tomar estos elementos de la dieta, y son baratas, por tanto, merece mucho la pena realizarlas. Si salen positivas, hay que eliminar el elemento en cuestión que está causando el problema, sin perder de vista que en unos 3 meses o poco más, después de una buena pauta dietética, convendría repetir la prueba para ver si se ha resuelto el problema (por ser secundario) o si persiste. Si las pruebas a estas intolerancias salen negativas, podemos sospechar de otros problemas como disbiosis intestinal, sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), candidiasis intestinal o incluso intolerancia a la histamina. Su diagnóstico no es tan fácil y no existen protocolos tan definidos, pero lógicamente con el “trabajo” conjunto del propio paciente, su médico digestivo y el dietista-nutricionista, podemos llegar a buen puerto. Si todo lo anterior se descarta, entonces el diagnóstico más probable es un síndrome de colon irritable ya que estaríamos ante una alteración funcional que no responde a daño físico en el intestino ni tampoco a intolerancias o alteraciones de la microbiota.

    En consulta de nutrición podemos ir observando las pistas que nos indicarían la posibilidad de un problema u otro, podemos hacer pequeñas modificaciones en la dieta para observar pequeños cambios en la sintomatología, en la vitalidad de la persona, en su peso y composición corporal, para así orientar al paciente y al médico especialista que le esté tratando.

    Y aquí lanzo mi tercera idea importante, básica, imprescindible:

    • La DIETA IMPORTA MUCHO, es compleja y es una herramienta muy potente y un buen asesoramiento nutricional o un buen abordaje nutricional va mucho más allá de eliminar el gluten. ¿Por qué digo esto? El gluten es el eterno sospechoso de casi todo y en realidad no es el culpable de casi nada. El problema es que, en general, no comemos bien, tomamos demasiados productos procesados, demasiados hidratos de carbono de “mala calidad nutricional” (galletas, cereales, palitos, picos, barritas, snacks, bollería, etc), demasiadas grasas saturadas y azúcares y, por contra, tomamos pocos vegetales. Si comiéramos bien, con una dieta a base de productos frescos y de temporada, con predominio de verduras, frutas, legumbres, frutos secos, semillas y algo de cereales integrales, carne blanca, pescado, yogures y huevos, nos daríamos cuenta de que en realidad tomar gluten no es un problema (solo lo es obviamente para las personas que sí tienen celiaquía o intolerancia al gluten no celíaca).

    ¿Qué es lo que quiero transmitir? Sobre todo que los trastornos gastrointestinales no son algo trivial, son muy importantes, afectan a la calidad de vida del paciente, pero también a su manera de comer, a su capacidad de absorber nutrientes, a su estado de ánimo (las bacterias intestinales fabrican el 95% de la serotonina que necesitamos para sentirnos vitales y emocionalmente bien!), a su peso corporal y a su salud en general. Por eso, no es algo secundario que se solucione solo con fármacos para mejorar el tránsito intestinal o para controlar los espasmos abdominales, sino que es necesario ir a la raíz del problema y trabajar muy bien el abordaje nutricional y el tratamiento dietético adecuado para cada caso y para cada momento. Muchos pacientes llegan en una situación desesperada y totalmente confusos con respecto a lo que les está pasando y a lo que deben, o no deben, comer, etc. Es normal, nuestro sistema gastrointestinal y nuestro cuerpo es complejo y la dieta también lo es, por eso una ayuda externa nos permitirá seguir un plan para ver más claro qué nos está pasando.

    Mejorando la dieta, mejoran, e incluso se solucionan, los trastornos gastrointestinales y, además, mejora la sintomatología y evolución de otras patologías (endometriosis, fibromialgia, SFC, osteoartritis, etc) y, además, mejora la salud general de la persona y la calidad de vida, actual y futura. No es poco, ¿verdad?

    El abordaje nutricional es necesario para mejorar todos los aspectos de salud de la persona

    Para acabar, permitidme dos últimos consejos, en caso de trastornos gastrointestinales que perduran y no se resuelven:

    • Siempre buscar asesoramiento con un dietista-nutricionista y con un médico digestivo: los primeros podemos ayudar a valorar el caso y mejorar la dieta para partir de una base más real y fiable para que los segundos (médicos digestivos) puedan hacer un mejor diagnóstico. Y después entre ambos profesionales el proceso de tratamiento será mucho mejor y efectivo.
    • Nunca iniciar dietas de eliminación para ir probando a ver si mejoran los síntomas, esto solo causa confusión, ansiedad, estrés y frustración que, a su vez, suelen empeorar la situación. Solo conviene eliminar o disminuir la ingesta de aquellos alimentos para los que ya se haya observado claramente que empeoran la sintomatología y a partir de ahí, consultar.

    Y como ya sabéis, por aquí estoy para ayudaros en lo que esté en mi mano 😊

    Instagram: @lauragananutricion

     

    ENDOMETRIOSIS: LA DIETA TAMBIÉN IMPORTA

    150 150 Laura Isabel Arranz

    Aunque todavía se desconocen las causas y los factores que afectan a su progresión, la endometriosis es una patología crónica inflamatoria que se caracteriza por la presencia de inflamación crónica y de estrés oxidativo. El estrés oxidativo, que es un desequilibrio entre las especies reactivas de oxígeno (ROS) y los antioxidantes, está implicado en la fisiopatología de la endometriosis causando una respuesta inflamatoria general y en la cavidad peritoneal. Estos dos factores, inflamación y oxidación, son perpetuadores del problema y están presentes en su desarrollo y evolución, de manera que a mayor inflamación y estrés oxidativo el pronóstico es peor. Esto no solo sucede con la endometriosis sino también con otras enfermedades crónicas, aunque en este caso, el estrés oxidativo al que está sometido el cuerpo podría ser mayor por el crecimiento de tejidos fuera de su contexto fisiológico normal.

    La inflamación crónica y el estrés oxidativo se retroalimentan uno a otro, cuanta más inflamación, más estrés oxidativo y viceversa. El estrés oxidativo se produce cuando hay un desequilibrio entre las moléculas prooxidantes y las antioxidantes en nuestros tejidos a favor de los primeros. Cuando este proceso de oxidación no se puede contrarrestar, bien por una protección antioxidante inadecuada, por un exceso de producción de ROS o por ambas cosas (que es lo más habitual), se genera una acumulación de residuos tóxicos que provocan respuestas inflamatorias. Las especies reactivas de oxígeno tienen un papel importante en la modulación de muchas funciones fisiológicas, como en la reproducción, así como en condiciones como la endometriosis y la infertilidad. En la endometriosis esta especie de círculo vicioso se perpetua favoreciendo el empeoramiento en la evolución de la enfermedad.

    ¿Tiene la nutrición un papel en la inflamación y en el estrés oxidativo? Se conoce cómo la alimentación puede ser un elemento que actúe mejorando o empeorando la inflamación crónica y el estrés oxidativo. Algunos componentes son protectores frente a estos dos factores como por ejemplo los ácidos grasos omega-3, las vitaminas y minerales antioxidantes, otras sustancias antioxidantes pesentes en los alimentos, la fibra, etc. Y otros componentes de la dieta pueden ser contraproducentes para la inflamación y el estrés oxidativo, por ejemplo, las grasas saturadas, las grasas trans, el exceso de calorías, grasas y azúcares, y también la falta de los elementos mencionados como protectores. Por tanto, a priori, lo que sí sabemos es que la dieta es un factor de nuestro estilo de vida que puede ayudarnos a disminuir la intensidad de la inflamación y de la oxidación, ayudando a nuestro cuerpo a compensar esos procesos patológicos.

    Por si queréis profundizar en el tema del estrés oxidativo en la endometriosis: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29057034

    En este estudio se concluye que el estado de estrés oxidativo puede representar la clave para tratar y, eventualmente, prevenir la endometriosis. En el futuro, los ensayos clínicos ayudarán a aclarar mejor la eficacia de los antioxidantes como terapias potenciales de la endometriosis.

    Pero aún hay más…

    En realidad, la relación de la alimentación con la endometriosis va más allá de la modulación de la inflamación y el estrés oxidativo. Esta patología cursa normalmente con dolor que se cronifica y que en sí mismo adquiere una entidad propia como estresor de nuestro organismo y sistema nervioso. Se sabe que incluso en algunos casos se puede dar un fenómeno de sensibilización central, en el que el dolor sufrido a lo largo del tiempo provoca una hiperexcitabilidad o hipersensibilidad de algunas vías del sistema nervioso de manera que éstas envían señales de dolor independientemente ya del daño físico que lo inició. Bajo esta situación se dan una serie de cambios que afectan a muchos niveles, por ejemplo, al sueño, a la capacidad cognitiva, a la microbiota intestinal, al metabolismo, al sistema hormonal, etc. Todo esto influye en cómo la alimentación afecta a nuestro cuerpo y también influye en nuestra conducta respecto a la ingesta de alimentos. Somos más proclives a engordar, tener alteraciones gastrointestinales e incluso a comer peor. Por eso, la alimentación afecta a nuestra salud y a la evolución de la endometriosis, pero la propia endometriosis también afecta a nuestro estado nutricional, metabólico y a nuestra alimentación. Es una relación en doble sentido.

    Solo con estos datos está claro que no debemos pasar por alto que una alimentación adecuada es básico para el contexto de la endometriosis. Lo que comemos importa, y mucho.

    Pero, ¿qué dicen los estudios sobre la relación a la dieta y la endometriosis?

    • El estrés oxidativo es un factor clave en el desarrollo y progresión de la endometriosis
    • El consumo de carne roja y derivados puede ser un factor de riesgo para la endometriosis
    • La ingesta de pescado, huevos y carne de aves no está relacionada con el riesgo de padecer endometriosis
    • Una mayor ingesta de fruta, especialmente de cítricos, y verduras se asocia con un menor riesgo de desarrollar endometriosis
    • La ingesta de vitaminas procedentes de la dieta parecen ser un factor protector
    • La vitamina D, el calcio, los omega-3 disminuyen el riesgo de sufrir endometriosis
    • Las grasas totales de la dieta y las saturadas están relacionacas con mayor riesgo
    • Las grasas omega-3 y el ácido alfa-lipoico además de ser protectores, podrían reducir el impacto de la enfermedad una vez establecida (en estudios en animales han mejorado diversos parámetros de la endometriosis)

    Y todavía hay mucho más que todo esto… hay que tener en cuenta la suma de todos los factores implicados.

    Un estado oxidativo e inflamatorio crónico afectan negativamente a la progresión de enfermedades crónicas como la endometriosis y nos hacen más propensos a ganar peso y a padecer alteraciones de la microbiota. A su vez la acumulación de grasa corporal provoca más inflamación y las alteraciones en la microbiota pueden llevar a alteraciones gastrointestinales como el síndrome de colon irritable o ciertas intolerancias alimentarias secundarias.

    El propio dolor cuando se cronifica representa un factor estresor importante puesto que afecta a muchos factores tanto psicológicos, como conductuales, físicos, etc. Cuando se sufre dolor crónico se come peor, se duerme peor, no hay suficiente actividad física, el estado de ánimo no es óptimo y el sistema nervioso está afectado incluso haciéndonos más inactivos e incapaces de llevar a cabo ciertas actividades o voluntades (como la de hacer una dieta saludable).

    Por supuesto, si la dieta no es adecuada, cosa que sucede con frecuencia, podemos estar incrementando la inflamación y el estrés oxidativo, la propensión a la obesidad, alteraciones gastrointestinales y a otras patologías relacionadas con la dieta, la falta de vitalidad y por tanto la dificultad en realizar actividad física, e incluso las alteraciones en el sueño y en los estados de ánimo. De lo contrario, una dieta adecuada, puede ser un factor protector de todo ello, siempre teniendo en cuenta las características individuales, los fármacos que se toman de forma crónica y valorando el posible beneficios de algún suplemento nutricional.

    Así, para abordar el conjunto de la enfermedad y en especial el manejo dietético, hay que tener en cuenta todos estos factores pues están relacionados con la alimentación de la persona y con su estado nutricional.

    Algunas cifras y un dato relevante:

    El dolor crónico, provocado por cualquier causa, es cada vez más prevalente, es complejo y requiere soluciones multidisciplinares. Afecta al 30% de la población mundial y al 20% de la población Europea, mientras en paralelo otros problemas de salud también crecen como el sobrepeso y la obesidad, que afectan ya a más de la mitad de la población mundial, y las alteraciones gastrointestinales están presentes en casi un 15% de la población mundial y con tendencia al alza. Todas estas afectaciones pueden mejorar con una dieta adecuada y están relacionadas con inflamación crónica que también puede disminuir con una alimentación saludable.

    Por supuesto, la endometriosis, como muchas otras patologías, también se puede beneficiar, y mucho, del tratamiento nutricional o dietético.

    HAMBRE OCULTA: LA DESNUTRICIÓN POR COMER MAL

    150 150 Laura Isabel Arranz

    El concepto de hambre oculta se usa comúnmente para describir la situación de algunas personas que pueden tener un consumo de energía adecuado o incluso excesivo, pero las ingestas de micronutrientes (vitaminas y minerales) no son óptimas. Esto pone en riesgo de contraer enfermedades relacionadas con la nutrición y de hecho cuando esta situación se prolonga, la ingesta inadecuada de micronutrientes e incluso de algunos macronutrientes (grasas, proteínas y carbohidratos) puede tener efectos adversos en la salud, dando lugar a enfermedades, empeorando algunas situaciones de patologías crónicas o generando un estado de salud subóptimo (sin estar enfermos no nos sentimos del todo bien).

    El hambre oculta en el contexto de los países desarrollados puede ocurrir en personas con peso normal e incluso en personas con sobrepeso u obesidad. Este problema está más relacionado con el comer mal cualitativamente que con comer insuficiente, como pasa con el hambre y la desnutrición genuina por falta de energía y macronutrientes. Y, ¿qué significa comer mal cualitativamente? Significa tener una dieta pobre en nutrientes, sobre todo en vitaminas, minerales, fibras, antioxidantes, grasas saludables como las omega-3. Si nuestra dieta es monótona, incluye muchos alimentos procesados y/o no incluye gran variedad y cantidad de alimentos vegetales, podemos estar en riesgo de padecer este tipo de desnutrición o de tener niveles de vitaminas y minerales demasiado bajos para tener una salud óptima.


    Como el hambre oculta a menudo no muestra síntomas físicos directos o evidentes, la situación puede pasar por alto y no siempre está bien diagnosticada o documentada. Es un estado de desnutrición que queda escondido pues no es tan previsible como realmente es, y no se suele valorar. No se suele pensar en ello puesto que, en principio, se da en personas que comen de todo y tienen recursos para comer suficiente. Pero con los datos que la ciencia nos aporta, quizás es momento ya de tener todo esto en cuenta.

    Este problema se puede encontrar en cualquier momento durante el ciclo de vida, pero hay poblaciones más sensibles, como las personas mayores, los niños y adolescentes, los que sufren enfermedades crónicas, etc. Según expertos de la FAO y de la OMS afecta a miles de millones de personas en todo el mundo. No parece entonces que este problema de nutrición inadecuada sea trivial o poco importante. Hay que pasar a la acción.
    Aunque el problema no es fácil de identificar pues no produce las mismas sensaciones que el hambre tradicional y a veces los métodos analíticos de los que disponemos no nos dan una foto del todo completa de lo que está sucediendo, debemos valorarlo. La falta de micronutrientes puede traer gran variedad de consecuencias y con una buena valoración dietética y nutricional podemos prever qué personas pueden estar en riesgo y cómo poner solución. Ayudar a quien no tiene una dieta adecuada a:

    • mejorar la variedad y la idoneidad general de su alimentación es imprescindible
    • comer alimentos ricos nutricionalmente
    • evitar aquéllos que solo aportan calorías “vacías” a base de grasas y/o azúcares
    • comer más alimentos frescos y de temporada y menos procesados

    Ayudar a comer sano, rico y nutricionalmente mejor

    Sobre este tema me gustaría hacer un apunte personal y sobre mi experiencia en la consulta. Hay muchísimas personas que llegan con una situación de riesgo de desnutrición por hambre oculta, pues al valorar sus dietas es más que evidente que la riqueza nutricional brilla por su ausencia. Muchas personas sufren dolor crónico, toman mucha medicación y comen mal por que su situación no les da energía para más y la relación entre dieta y dolor es compleja. Estas personas sufren muchas veces sobrepeso importante e incluso obesidad, y sienten que engordan por respirar. El metabolismo también funciona mal cuando faltan vitaminas, minerales y otros nutrientes importantísimos como los omega-3. Aprender a comer bien, variado y enriquecer la dieta es básico para ellas y la mejor siempre se hace evidente. También muchos niños y adolescentes están en esta situación, desnutridos ¡en estos tiempos! Todo por que se alimentan a base de procesados, refrescos, etc, y no toman fruta, verdura, frutos secos, pescado azul, etc. No es un problema menor, es principal, los fundamentos de nuestra salud están en una buena alimentación que nos aporte todos los nutrientes necesarios para un buen funcionamiento del organismo.

    Por eso y mucho más, comer bien y disfrutar comiendo sano es tan importante y por eso los profesionales de la nutrición podemos contribuir enormemente a esa mejora de la salud (entre otras) 😊

    ¿POR QUÉ LA DIETA IMPORTA SI TENGO DOLOR CRÓNICO?

    150 150 Laura Isabel Arranz

    La relación entre el dolor crónico y la alimentación es tan compleja como interesante; se da en dos sentidos y requiere un abordaje totalmente individualizado. El dolor crónico afecta a la alimentación y al estado nutricional de la persona que lo padece y también la dieta afecta a la intensidad y evolución del dolor. Así, conocer las relaciones entre estos factores nos ayuda a comprender cómo una mejora dietética ayuda a los pacientes a sentirse mejor. No importa si el dolor viene originado por una patología u otra (fibromialgia, endometriosis, atrosis, etc), cuando se cronifica el dolor adquiere entidad propia y hay que tratarlo desde diferentes disciplinas. La cuestión es bastante compleja pero en estas líneas voy a intentar dar una pincelada de lo más importante.

    La nutrición, contemplada como una herramienta más dentro del tratamiento multidisciplinar de este problema de salud, contribuye a la salud y bienestar de las personas que sufren dolor crónico.

    Influencia de la dieta en el dolor crónico

    Muchos estudios han puesto de manifiesto que en situaciones de dolor crónico, existe un  nivel elevado de estrés oxidativo y también un estado de inflamación sistémica crónica que agravan su evolución y favorecen alteraciones metabólicas y endocrinas que también empeoran la situación de salud del paciente y su dolor.

    El estrés oxidativo es una situación en la que las células de nuestro organismo tienen un exceso de sustancias oxidantes versus un defecto de defensas antioxidantes, de manera que se produce una acumulación de “residuos” que entorpecen el funcionamiento normal de nuestros tejidos. Todos los sistemas del organismo, por ejemplo el sistema cardiovascular o el sistema nervioso, se resienten ante situaciones de estrés oxidativo continuado, por eso éste está implicado en tantas enfermedades. Las defensas antioxidantes pueden venir de diferentes fuentes, pero sobre todo debemos obtenerlas a través de la alimentación y, en especial, de los alimentos vegetales.

    Otra de las evidencias claras a día de hoy es que la obesidad está relacionada negativamente con el dolor crónico.

    Cuanto más exceso de peso corporal, mayores son los niveles de dolor y éstos disminuyen cuando los pacientes logran adelgazar por lo menos un 10% de su peso. La prevalencia del sobrepeso y la obesidad respecto a la población general es superior en pacientes con dolor crónico, estando implicados muchos factores como la disminución de actividad física, los cambios en la alimentación o los hábitos dietéticos no adecuados, las alteraciones metabólicas, etc. Por eso, tiene un gran beneficio para los pacientes ayudarles a que puedan reducir su peso, siempre disminuyendo la masa grasa corporal y manteniendo al máximo la masa muscular.

    El principal problema a nivel de alimentación en cuanto al peso corporal suele ser el exceso de consumo global de calorías, especialmente en forma de azúcares, grasas saturadas e hidratos de carbono (de productos demasiado refinados o procesados).

    Pero además de factores relacionados con la alimentación que pueden perjudicar al dolor, como son el exceso de peso y el consumo insuficiente de antioxidantes, también hay otros factores en la dieta que pueden ayudar a mejorar la salud de los pacientes y sus niveles de dolor.

    En general, es muy importante tener en cuenta que los alimentos que tomamos deben aportarnos las calorías justas y necesarias, ni más ni menos, y también los elementos indispensables para un buen funcionamiento de nuestro organismo como por ejemplo las vitaminas, los minerales, las proteínas, los hidratos de carbono, algunas grasas, la fibra y otros. La calidad dietética de lo que comemos debe ser óptima, aportando la proporción adecuada de cada grupo de alimentos, para así obtener los nutrientes en las cantidades que realmente necesitamos.

    En general, una dieta ajustada en calorías, con predominio de alimentos vegetales versus los de origen animal, evitando en lo posible los alimentos procesados y con una buena hidratación a base principalmente de agua, garantizará el equilibrio nutricional.

    Pero teniendo en cuenta que el estrés oxidativo y la inflamación crónica son elementos clave y perjudican el desarrollo y la evolución del dolor crónico, es imprescindible que la alimentación contribuya a minimizarlos con el aporte sustancias antioxidantes y antiinflamatorias como por ejemplo algunas vitaminas y minerales o las grasas de tipo omega-3

    AntioxidantesVitamina A, C, EFrutas, verduras, semillas, frutos secos, aceite oliva virgen extra
    Selenio, zinc, cobre
    Polifenoles
    Otros (glutatión, lipoico, etc)En todos los alimentos
    AntiinflamatoriosOmega-3 (ácido α-linolénico)Nueces, otros frutos secos y semillas
    Omega-3 (EPA y DHA)Pescado azul
    OleocantolAceite oliva virgen extra

    Pero también es muy recomendable eliminar elementos pro-inflamatorios en la dieta que favorezcan el dolor, como por ejemplo el exceso de azúcares, el exceso de grasas, especialmente de grasas saturadas (las de origen animal y de alimentos procesados) o el exceso de grasas omega-6 (presentes en muchos alimentos procesados) versus las de tipo omega-3 (frutos secos y pescado azul).

    Otro aspecto imprescindible a tener en cuenta es la posible presencia de intolerancias alimentarias.

    Manzana saludActualmente no se sabe si realmente hay una mayor prevalencia de éstas en pacientes con dolor crónico, lo que sí se conoce es que las alteraciones gastrointestinales son frecuentes. En este sentido, el consejo nutricional siempre tiene que tener muy en cuenta ese aspecto y procurar mejorar la capacidad de digestión y la función y ritmo intestinal. Aún queda mucho por conocer, pero seguramente la microbiota intestinal está jugando un papel clave en este problema de salud, por lo que debemos procurar que la dieta sea beneficiosa en este sentido también.

    El asesoramiento nutricional en pacientes con dolor crónico debe ayudar principalmente a:

    • Disminuir el estrés oxidativo y la inflamación
    • Bajar de peso cuando haya sobrepeso u obesidad
    • Mejorar la composición corporal, disminuyendo la masa grasa y manteniendo la masa muscular
    • Reducir el síndrome metabólico (niveles altos de colesterol y/o triglicéridos, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2)
    • Mejorar el contenido calórico y nutricional de la dieta
    • Tratar las alergias y/o intolerancias alimentarias y las alteraciones gastrointestinales
    • Entender la importancia del sueño para el control de la ingesta y el metabolismo
    • Controlar la ingesta del exceso de calorías permitiendo al paciente seguir disfrutando del hecho de comer

    Y por supuesto, el abordaje nutricional debe ser, como todo tratamiento ideal, completamente individualizado y tener en cuenta todos los factores que en cada paciente pueden tener relación con su vivencia del dolor y de su forma de comer. No hay una sola dieta igual para cada persona 😉

    EXCESO DE PESO, UNA CARGA PARA EL DOLOR CRÓNICO

    150 150 Laura Isabel Arranz

    El exceso de peso corporal es uno de los factores que más afecta de forma negativa al dolor crónico, cuanto más peso más dolor

    Esto no solo sucede por el hecho de que se trate de una carga física, sino porque la acumulación de grasa en el organismo provoca unas alteraciones metabólicas que aumentan la inflamación crónica generalizada, cosa que empeora el dolor, además de otros aspectos de la salud.

    El sobrepeso y obesidad son problemas de salud en sí mismos, pero también factores que empeoran el dolor crónico y, además, nos hacen más propensos a padecer otras patologías como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, depresión, alteraciones gastrointestinales, etc.

    La complejidad de la regulación del peso y de la composición corporal y de la relación entre la alimentación y el dolor crónico, hace de este tema una prioridad a la hora de ayudar a los pacientes.

    El exceso de peso corporal se produce por un aumento de la acumulación de grasa en el organismo debido principalmente a un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas. La obesidad se produce cuando nuestro IMC (relación entre nuestro peso y nuestra altura) es mayor a 30 o también cuando la acumulación de grasa en el abdomen hace que nuestro perímetro de cintura sea superior a 88cm en mujeres y a 102cm en hombres.

    La acumulación de grasa en nuestra zona abdominal es perjudicial para la salud cardiovascular, favorece la resistencia a la insulina y también el desarrollo de enfermedades o situaciones inflamatorias. También se ha observado su relación con el dolor, cuanto más perímetro abdominal, más inflamación y dolor.

    Con la obesidad aumenta la inflamación crónica en el organismo y eso hace que sintamos más dolor pues se potencia la sensibilización central y se perjudica el equilibrio metabólico, endocrino e inmunitario.

    Hay una estrecha relación entre el aumento de masa grasa abdominal y el aumento del dolor, es decir, los pacientes con sobrepeso u obesidad sienten más dolor, tiene peor salud y tienen peor funcionalidad física y peor calidad de vida que las que tienen un peso adecuado.

    Son muchos los estudios que hablan sobre cómo la obesidad (y el sobrepeso) afecta de forma muy negativa en el nivel de dolor de pacientes con enfermedades como la fibromialgia, la artrosis, el dolor lumbar crónico, etc.

    En todos ellos se pone de manifiesto que, a mayor peso, mayor es el dolor y que disminuyendo el peso, aun que sea en tan solo un 10% del peso inicial, los pacientes notan ya la mejoría.

    Además, hay trabajos que ponen de manifiesto la relación positiva entre el mantenimiento de la masa muscular y mejora en el dolor, mejor función física y mejor calidad de vida. De manera que, conseguir un peso corporal adecuado y procurar mantener la masa muscular son factores básicos para reducir el dolor.

    Pero la regulación del peso corporal es muy compleja y conseguir un peso adecuado en personas con obesidad y dolor es una tarea que requiere esfuerzo y constancia. La dieta debería ser equilibrada y suficiente para tomar solo la energía que gastamos cada día.

    La ingesta de alimentos está afectada por factores como son el descanso y el sueño, el estrés, los estados de ánimo, la actividad física, la medicación y el dolor…

    El hecho de no descansar lo suficiente o dormir pocas horas o tener una mala calidad del sueño nos hace comer más.

    Estar bajo un estado de estrés crónico, como puede ser el hecho de sufrir dolor continuamente, altera la regulación de las señales de saciedad.

    Las alteraciones en el estado de ánimo, la depresión y la ansiedad también afectan negativamente a cómo comemos…

    La falta de actividad física nos hace perder masa muscular y por tanto sentirnos más cansados o con menos vitalidad, y eso también nos puede hacer buscar energía extra en la comida.

    Además, se sabe que uno de los efectos positivos de hacer ejercicio físico es que éste ayuda a la regulación de la saciedad y el hambre.

    Algunos fármacos también pueden alterar la ingesta o el metabolismo haciéndonos más susceptibles de ganar peso. Y para colmo, el mismo dolor, cuando es crónico, altera la conducta alimentaria ya que genera unas alteraciones en el sistema nervioso que hacen que los pacientes tengan menos control sobre sus impulsos de comer, y busquen de forma inconsciente el efecto analgésico-hedónico del hecho de comer.

    Mientras comemos no sentimos dolor y además, si comemos algo que nos gusta, tendremos una sensación positiva que nos alivia aunque solo de forma fugaz. Pero es un mecanismo que tiene nuestro propio organismo para mantener su integridad física y mental, cuando sentimos algún tipo de tensión o estrés (en este caso el dolor crónico) el propio cerebro busca maneras de darse una recompensa y liberarse de esa sensación negativa…

    En los pacientes con dolor crónico este mecanismo juega muy en contra pues el alivio instantáneo que se obtiene mientras se come algo apetecible, no compensa el hecho de que esto nos estará favoreciendo ingerir calorías de más y por tanto aumentar de peso

    Y si aumentamos de peso, empeoramos el dolor

    Por todo esto, y mucho más, es básico ayudar a los pacientes a llevar una dieta saludable que les permita mantener el peso corporal y siempre sin dejar de disfrutar de ricos platos y recetas.

    Todas las recomendaciones tienen que adaptarse a cada paciente, pero hay algunas pautas generales que pueden tenerse en cuenta para mejorar el peso y el dolor:

    Tienen que predominar los alimentos de origen vegetal pues son los que, en general, concentran más nutrientes en menos calorías.

    Las verduras deben tomarse a diario al igual que las frutas, siendo ideal 2 raciones de las primeras y no más de 3 de las segundas.

    Deben reducirse al máximo los azúcares y los alimentos ricos en grasas saturadas como la carne roja, los embutidos, algunos lácteos (postres y quesos curados), las galletas, la bollería y otros alimentos procesados.

    Deben incluirse en la dieta, en raciones pequeñas, las semillas y los frutos secos como las nueces, las almendras, las avellanas o los pistachos.

    Es importante tener unos horarios constantes de comidas y procurar evitar la ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono por la noche (para las cenas lo ideal son las verduras, las ensaladas, el pescado y el huevo)…

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